viernes, 12 de septiembre de 2014


EN BUSCA DEL DESARROLLO…

“No hay cambio sin sueño, como no hay sueño sin esperanzas”

Paulo Freire.

Por: Patricia Ferrufino Laguna.

El pensamiento indígena boliviano continúa con el discurso de los 500 años de colonización. Que nos constituye en una sociedad que de repente pierde de vista, que nos encontrarnos frente a un mundo globalizado, que nos reclama estar al orden de las exigencias y no enarbolando discursos con temáticas que en muchos casos pierden su horizonte de realidad.

No puedo dejar de hacer referencia a la importancia del fomentar el crecimiento de la identidad cultural en toda sociedad y más en la nuestra, pues de ésta dependerá un buen desarrollo de la misma. Sin embargo, mi preocupación va dirigida a que no podemos vivir de lamentos, viendo al pasado a cada momento. Debemos trabajar en buscar cambiar el curso de nuestra historia desde lo que fue la colonia, pasando por la república, y caminar a paso seguro en busca del desarrollo.

Algunos sostienen que de lo malo, debemos sacar algo bueno. Sin duda “Bolivia como nueva república mantiene su imagen de explotación minera con nuevos dueños, los herederos de la forma de administrar la economía que por su juventud prolongada basa su economía en la minería, el mercado, sigue siendo el mismo y las condiciones las mismas, con inmensas zonas boscosas, llanuras para el cultivo, nuestro país tiene solamente rostro de altiplano y montañas, será nuestra manera de claudicar, al no pasar de ser minera a país agrícola o maderero. Ante este panorama, si no cambia su economía el país no cambia su forma de organización social, los indígenas que desde la colonia son mano de obra barata, antes incluso una relación de esclavismo, son la base y el motor de la economía pero así como mercancía, esa fuerza de trabajo se va desgastando y acabando, el promedio de vida de un minero pasó de los cuarenta años a un poco más sin embargo, si no hay progreso no hay industria y tampoco un boliviano preparado para esa nueva forma de economía.

Un país minero por excelencia, adolece de falta de industrialización, es más fácil explotar los recursos naturales hasta el agotamiento que hacer nuevas inversiones y formar otro perfil de hombre boliviano, hasta este punto considero que al comparar un hombre asiático, con un hombre boliviano, la diferencia es de actitud. La actitud está dada en oriente por una cultura que no es cómoda, el Japón no tiene tierras, no tiene ganadería, no tiene bosques, pero tiene personas. Una sociedad avanza de acuerdo a su economía y se refleja en la formación de su gente…” (Pablo Aranda 2010). Es decir una identidad cultural que responda a una cultura fuerte, sólida y trabajadora. Con materia prima que no solo se fundamente en sus recursos naturales; sino que constituya al individuo (sociedad) como esa materia prima fundamental para el crecimiento y desarrollo de una sociedad, tomando en cuenta que la historia de grandes potencias no están escritas en base a sus recursos naturales; sino en sus hombres y mujeres con una cultura del trabajo, la disciplina y el buscar ser mejores, para encontrar el desarrollo.

A lo largo de nuestra historia nos vemos frente a reformas incompletas, (mal planteadas, mal formuladas) lanzadas sin medidas para lograr buenos resultados, simplemente promulgadas al son de ciertos intereses de poder. Tal es el caso de la Revolución Nacional de 1952 con sus medidas estructurales tales como: El Voto Universal una medida de corte político que social, La Reforma Agraria política más que económica, pues no reactivo la economía de aquel entonces. Ya que si bien se da la tierra al indígena; no se le proporciona las herramientas de trabajo, ni mucho menos la orientación y capacitación necesaria para cultivarlas y hacerlas producir. La Reforma Educativa una vez más una reforma que no respondía a la realidad social de aquel entonces. En este sentido urge re conceptualizar el papel de la educación que resignifique un nuevo ejercicio pleno de ciudadanía, relacionado con los derechos humanos, la ética, la equidad y la interculturalidad y La Nacionalización de las Minas llevada a cabo en uno de sus peores momentos, medida con un corte más de carácter social que económica en su momento.

Una historia sumergida en una economía de enclave desde que nace a una vida de república hasta nuestros días. Donde urge encontrar una estrategia nacional de desarrollo económico, trabajar en la búsqueda del perfil de un individuo que se acepte, conozca y reconozca como un ciudadano. Esta búsqueda debe estar fundamentada, en darnos cuenta de la importancia que tiene la educación para el desarrollo de una sociedad. Que se constituya en un ente transformador de la realidad y como es de suponer no podemos dejar de mencionar la importancia de la salud como otro pilar de desarrollo de una sociedad con las exigencias del siglo XXI.

Bibliografía

  • ARANDA, Pablo; “América Latina Rentismo y Democracia”, 2010.
  • PÉREZ, Beatriz, OVIEDO, María, “Estado de situación de la educación en Bolivia”, La Paz – Bolivia, 2002
  • BRUCE, Cohen, “Introducción a la Sociología”, Ed. Mc Graw Hill.

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